viernes, 4 de enero de 2013

Sobre necesidades


En el mes de octubre de 2012 tuvo lugar un ciclo de conferencias sobre el cerebro pronunciada por el Dr Francisco Jose Rubia Vila bajo la fundación del Colegio Libre de Eméritos en el salón de actos de Técnicas Reunidas en la calle Arapiles en Madrid.  

La tercera conferencia versaba sobre "El órgano de la civilización. El lóbulo frontal".
Habló de cosas muy interesantes en torno a este órgano y me llamó mucho la atención la referencia que hizo también sobre una parte del cerebro donde parece ser que se pueden ubicar los pensamientos más sublimes. Esta región del cerebro creo recordar que estaba por el cuerpo calloso, pero he olvidado el nombre. El caso es que, y esto es lo que más me interesó, existe una relación directa entre dicha región y el sistema locomotor, lo cual hace pensar a muchos científicos en la relación entre el "pensar" y "tomar acción" y lo que ocurre es que el hombre tarda más tiempo en dar respuesta ante situaciones en las que el animal reacciona instintivamente, de forma más directa, debido precisamente a que esa capa de pensamiento nos aleja de la "naturaleza". Parece casi poesía, pero es ciencia, aunque quién dice que la ciencia no tiene algo de poesía...

A la vista de esto me acordé del libro sobre el curso pronunciado por Ortega, Meditación de la Técnica, allá por el año 1933 en la Universidad de Verano de Santander. Me quedé con las ganas de preguntar al profesor sobre el año en que se descubrió que esa zona del cerebro albergaba la imaginación, pero no hubo lugar.

Entresaco de este libro algunas ideas que me han parecido:

Sin técnica, no existiría el hombre y viceversa, por lo menos el hombre tal como lo vemos, el hombre técnico. Y ¿qué diferencia hay entre el hombre y el animal?

Se podrían definir a lo mejor dos categorías de la necesidad entendida para un animal y entendida para el hombre:

El hombre ha creado un mundo propio sobre el que habita y lo ha creado por su radical malestar en el mundo natural en el que vive el animal. El hombre parece ser ese animal que nunca está a gusto donde está, el eterno insatisfecho, y necesita construir para vivir. Es capaz de habitar allá donde se lo proponga en cualquier punto de la tierra, e incluso fuera de ella. El hombre es un inadaptado radical.

El animal sin embargo tiene su propio habitat y se adapta a él, forma parte de la naturaleza. El animal es naturaleza, vive y es solidario con ella. La naturaleza le da al animal lo que él necesita, comida, clima determinado etc. Fuera de determinados factores ambientales el animal, al contrario que el hombre, se deja morir.

El hombre ha creado a lo largo de los siglos una capa, una ortopedia, entre su naturaleza animal y su mundo imaginario de manera que habita sobre esa naturaleza u ortopedia creada por él. Naturaleza en constante cambio y mutación frente a la naturaleza animal cuyo cambio es mucho más lento. Y cuando se habla de técnica no solamente podemos referirnos a los complejos aparatos, estructuras y máquinas creadas por el hombre. También habría que hablar de que inventa historias, poesías y crea mundos imaginarios en los que está. Mundos acaso tan reales como la vida misma o acaso tan inventados como la propia realidad de la vida.

Mientras que las necesidades del animal pueden ser comer, dormir etc, las del hombre son otras que tienen mucho que ver con ese mundo imaginario. Dirán algunos que comer también es una necesidad humana sin la cual moriría. Sí, pero lo cierto es que hay muchos ejemplos de seres humanos que prefieren morir antes que seguir viviendo en determinadas condiciones por ejemplo y sucumben a la muerte.

Como resultado de todo esto, el ser humano ha olvidado esa parte salvaje del animal que le hizo ser otro en algún tiempo pasado, antes del invento de la técnica. Y claro, esto nos ha llevado a perder esos instintos primitivos y tenemos innumerables ejemplos.

No pretendo sacar algún tipo de valoración sobre este hecho, eso ya sería hablar de otra cosa. Sólo que me resulta reveladora aquella conferencia del año 1933 sobre algo que científicamente ha tomado cuerpo posteriormente, si es que este descubrimiento fue posterior claro. Y aunque no hubiera sido así, parece claro que el razonamiento filosófico ha podido confluir en el mismo punto que el científico conduciéndose por distintos derroteros quizá.

En torno al curso de Meditación de la Técnica editado en Alianza Editorial hay una referencia al final del libro al coloquio de Darmstadt (Darmstädter Gespräche) en el año 1951 donde se recogen dos conferencias. Una pronunciada por Martin Heidegger cuyo título fue "Bauen Wohnen Denken" (Construir, vivir, pensar) y otra pronunciada por Ortega, "El mito del hombre allende la técnica", donde Ortega expone su particular visión de un mito inventado por él y que lanza al hombre, o quizá al futuro hombre, a conocerse a sí mismo por medio de la técnica, entrando así en un mundo interior de fantasía ¿y cuál puede ser su razón de ser? Su constante y "natural" insatisfacción. El hombre necesita crearse (Wohnen) un mundo nuevo sobre el que vivir (Bauen) porque, en el que vivía el animal que antes era, el hombre ha enfermado y Ortega lo explica magníficamente en su mito inventado. Y como ha enfermado necesita otro mundo nuevo sobre el que construir, pensar (Denken) y seguir construyendo. Y ya ha olvidado las respuestas que le daba su naturaleza animal a los problemas de la naturaleza animal, esto es, ha olvidado sus instintos. Quizá los tiene agazapados en algún lugar de su cerebro. Y esta hipertrofia del órgano imaginativo ha hecho engrosar esa distancia que hablaba antes que habría que salvar para que la naturaleza animal se comunicara tan eficientemente con el hombre, de forma directa como lo hace con el animal. La naturaleza del hombre es la propia ortopedia creada por él y sus respuestas se brindan a ella.

Sobre la conferencia de Heidegger poco puedo decir, pues solo conozco las referencias que señala Ortega al respecto en la réplica que dio en su conferencia. Tan solo apuntar que para Heidegger el hombre primero vive, luego construye y luego piensa. Ese orden de factores es criticado por Ortega por las razones anteriormente aludidas. Es decir, el hombre es tal porque inventa la técnica, a partir de la técnica, por tanto viviendo ya en su fabuloso aparato ortopédico cuyo proyecto tiene su origen en esa extraordinaria parte del cerebro donde parece que se alberga la imaginación y el pensamiento más sutil.