domingo, 28 de julio de 2013

Lecturas de verano. Martín de Caretas de Sebastián Juan Arbó.

He concluido la fascinante trilogía de Sebastián Juan Arbó sobre la historia de Martín, un chico de un pueblo de Cataluña llamado Caretas (desconozco si el pueblo existe. No lo he encontrado). Pertenece al género de la narrativa picaresca rescatada por este genial autor. Ambientada en los años treinta del siglo XX cuenta las andanzas y el desarrollo de la vida de un niño que se va haciendo mayor y ya desde muy joven se ve en la necesidad de sobrevivir en este mundo a veces tan ingrato.

Aleccionado en los avatares de la vida por su abuelo allá en el pueblo, le hace prevenirse de los engaños y maldades de la gente. Y todo a base de aprender con el palo, garrotazo y tente tieso. La gente del pueblo de Martín es recelosa, vengativa y poco dada a los afectos. Su propia familia y el maestro de escuela son los peores de todos para Martín. Su abuelo, el único que bien le quiere, le va enseñando aplicando el refranero y algún palo que otro de su cayada y le advierte de que ande atento en la vida, que nada bueno llega de balde y no hay que fiarse nunca. 

La gota que colma el vaso de todas sus experiencias, escarmentado de tanto maltrato y ese estado estresante de estar en continua alerta para no recibir estacazos por cualquier nimiedad, hace que abandone el pueblo en busca de lo desconocido. 

Martín es un niño que ha superado por su fortaleza física y psíquica el maltrato constante y aún así guarda en lo profundo de sí un carácter de bondad y de preocupación por los semejantes así como una conciencia de justicia a pesar de sus vivencias.

Escapa a escondidas, aterrorizado y vaga por el campo no sabe muy bien por dónde. Su querido abuelo le busca antes de la huida y le entrega unos duros para que pueda ir viviendo. 

Y el autor nos presenta de nuevo otra más aún fascinante aventura de Martín, esta vez vagando por los campos de Cataluña camino de Barcelona donde por lo visto tiene un tío hermano de su abuelo. Y encuentra un amigo que le ayuda con el que hará su viaje, viaje en el que aplicará las enseñanzas de su abuelo, aunque se dará cuenta de que no siempre encaja esa medida recelosa del abuelo con la realidad circundante, no todos son tempestades, ni todos los perros lobos, pero tampoco todo el monte es orégano.

Sus andanzas le llevan a Barcelona. Una ciudad que le fascina y le parece increíble que pueda ser tan enorme. También conoce gente estupenda en Barcelona, a "Juaniyo" su gran amigo del alma y gente no tan buena como su propio indeseable tío. Y el desarrollo de la historia muestra a Martín como un chico con una inteligencia extraordinaria además de listo. 
En esta tercera parte se le conoce más profundamente. El autor ha ido acumulando experiencias a lo largo de su obra y ha conseguido hacer de él un chico muy querido y de hecho, gracias a ese carácter, logra acaparar en sí la atención de muchas personas que le llegan a tomar verdadero afecto. Martín es un personaje que es capaz de absorber lo mejor de cada persona y aprender de ellas y hacer que los demás aprendan de él sin proponérselo.

Es una comedia y un drama. El autor es un maestro para describir los caracteres personales. Uno se llega a hacer amigo de los amigos de Martín y llega a querer a un personaje que es tan real como la vida misma y hay momentos de auténtica conmoción donde las penas y alegrías se aferran al propio lector como sufridas en sus propias carnes.

Una historia en definitiva profunda, aunque se lee del tirón, divertida, triste, aleccionadora, sencilla, apasionante. Una obra que sin duda hay que leer.